Lista Roja
del Patrimonio Complutense

Una relación del Patrimonio Histórico en riesgo

FACHADA DE LA IGLESIA DEL COLEGIO MÁXIMO DE JESUÍTAS – PARROQUIA DE STA. MARÍA
   


 

1.2.2. FACHADA DE LA IGLESIA DEL COLEGIO MÁXIMO DE JESUÍTAS – PARROQUIA DE SANTA MARÍA

 
 
Vista parcial de la fachada

Ubicación: C/ Libreros.
Datación: 1602-1625.
Arquitecto: P. Bartolomé Díaz Arias (o posib. Juan Gómez de Mora); esculturas de Manuel Pereira.
Descripción: Iglesia jesuíta con planta de cruz latina; monumental fachada de granito, dividida en dos alturas, en tres calles separadas mediante columnas corintias pareadas.
Catalogación: Edificio Singular con Protección Integral.
Estado actual: Degradación por falta de mantenimiento, acumulación de palomina y cableado discordante.
Riesgo: Notable.

Otros detalles: La construcción de esta segunda iglesia se inicia en 1602, gracias al patronazgo y legado de María de Mendoza, hija del Duque del Infantado y de su sobrina Catalina. Se levanta el nuevo templo sobre el anterior, con trazas, al parecer, de Bartolomé Díaz (para algunos autores, atribuibles a Francisco de Mora). Su interior se configura en cruz latina con capillas laterales comunicadas entre sí; sobre ellas, balcones con balaustradas que antes fueron de forja y actualmente lo son de piedra. El 20 de abril de 1620 se celebró la dedicación, aunque la fachada se terminaría en 1625. Las trazas de ésta se atribuyen también a Bartolomé Díaz, aunque hay autores que fijan la autoría en Juan Gómez de Mora (sobrino de Francisco). Las esculturas son obra de Manuel Pereira. Representan a santos de la Orden: San Ignacio y San Francisco Javier en la parte superior; en la baja, San Pedro (sin cabeza) y San Pablo. Sobre la puerta de ingreso se situaba una imagen de la Inmaculada, abatida por un rayo a finales del s.XIX. En las calles laterales, encontramos los escudos de los Mendoza, con la leyenda “Ave María gratia plena”.

Pese a la importante restauración y limpieza recibidas en 2001, la fachada se encuentra actualmente muy descuidada, fruto de la ausencia de mantenimiento. Pareciera que buena parte de aquél esfuerzo se ha echado a perder. Las acumulaciones de palomina llenan otra vez los huecos, dejando su impronta, afeando y facilitando la degradación de la pìedra. Nuevas plantas vuelven a medrar, desplazando sillares y propiciando el paso del agua, que daña seriamente la fábrica. Agresiones que, de no ser atajadas a tiempo, darán paso a una situación de serio riesgo, de pérdidas irreparables.

 
¡¡Taladros recientes en la piedra!!
 

La idea de instalar en 2001 un sistema electrostático que ahuyentara a las palomas, en principio positiva y necesaria, ha tenido resultados negativos. Bien fuera por su deficiente instalación, o por la ausencia de mantenimiento, al poco tiempo carecía de efectividad. Los cables, desprendidos, empezaron a verse colgando por las fachadas, alterando estéticamente su aspecto, como guirnaldas de pésimo gusto. Hasta el día de hoy.

Si estas agresiones no eran suficientes, asistimos atónitos al taladrado indiscriminado de sillares de la fachada para sustentar cables e iluminación festiva. Sillares labrados, con una antigüedad que supera los tres siglos, son ahora vilmente horadados para introducir modernos herrajes que los desvirtúan y someten a impropias tensiones. Si hacemos un ejercicio de imaginación y visualizáramos algo similar, por ejemplo, en la fachada del Colegio Mayor de San Ildefonso, nos haremos una idea de lo impropio que es también en este caso. Las palomas que cubren las piedras con su excremento actúan por instinto, sin otra alternativa. Los humanos que han tomado la decisión de mancillar uno de los más importantes monumentos de Alcalá, de manera impune e irresponsable, no tienen excusa. Hablamos de uno de los principales hitos arquitectónicos complutenses, un edificio que figura por derecho propio entre las grandes obras de la arquitectura jesuítica.

Recuperación, supervisión cualificada, respeto y mantenimiento. Esas, entendemos, son las claves para que no se pierda el buen trabajo hecho por el equipo restaurador.

 

 
Acumulación de excrementos
 
Cables colgando entre las estatuas

 



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