Lista Roja
del Patrimonio Complutense

Una relación del Patrimonio Histórico en riesgo


LAS RUINAS DE LAS ERMITAS DEL CERRO ECCE HOMO,
UN PATRIMONIO QUE SE PIERDE PARA SIEMPRE


(Artículo publicado en el semanario "Puerta de Madrid", en 14 de noviembre de 2009)


   

 

La planta de una de las tres ermitas proporciona a Alcalá el único vestigio visible y rescatable de tradición románica en el término municipal complutense. Las otras dos ruinas son pasto del vandalismo que acelera su destrucción. El conjunto de ermitas ha sido incluido en la nueva Lista Roja del Patrimonio Complutense.

El cerro del Ecce Homo, cuya meseta superior está a unos 836 metros de altitud, es un cerro testigo de característico perfil tabular, típico del relieve de La Alcarria de la que forma parte. Primeramente fue llamado cerro de la Vera Cruz.

Cuenta la leyenda que un 3 de mayo de 1118, las tropas cristianas ganaron a los musulmanes la plaza inexpugnable y montaraz de Alcalá la Vieja –Qalat abd al Salam– gracias a la aparición de una cruz resplandeciente sobre el cerro. Ocurrió durante la bélica jornada de toma del castillo y fortaleció a las tropas del arzobispo, D. Bernardo de Sédirac, de cara a la victoria final. Merece la pena disfrutar del estilo épico con que Esteban Azaña narra este episodio en su Historia de Alcalá de Henares. Para conmemorar la invención de la aparición de la Vera Cruz, se construyó la ermita del mismo nombre, que estuvo acompañada de otras dos: la del Ecce Homo y la del Santo Sepulcro. Las tres se levantaban casi apiñadas (ver foto), muy cerca las unas de las otras, apenas una veintena de metros de separación. No estaban solas las tres ermitas, ya que en la propia ladera del cerro se levantaban otras pequeñas construcciones religiosas o capillas que, de menor a mayor altitud desde la ermita del Val hacia la cima del cerro, siguiendo el orden de narración de la Historia de Portilla (nota 1), eran: Nuestra Señora de la Paz, la de San Pedro en nicho cavado, en parte, en piedra viva con la efigie de San Pedro, la ermita del Máximo Doctor San Jerónimo y la ermita de San Juan Bautista, con el busto primoroso de alabastro del santo. Todo ello hacía del cerro un circuito, o Vía Crucis, que finalizaba en el Calvario o ermita del Santo Sepulcro, después de haber procesionado por una agria senda y en devoto y prolixo viaje, como define Portilla. Por tanto, como expresó en conferencia Vicente Sánchez Moltó (nota 2) durante unas jornadas organizadas (principios de 2009) por la Institución de Estudios Complutenses, todo el cerro sería un 'sacromonte‘. Poco queda de estas capillas y ermitas que parecen abandonarse a finales del siglo XVIII o primeros años del XIX y de las que, hacia 1848 y según Pascual Madoz, sólo quedarían ruinas (nota 3). Pero sí quedan importantes restos de las tres ermitas de la cima del Ecce Homo, que se hallan en un preocupante estado de degradación, pese a ser un necesario elemento de la Historia de Alcalá y su Tierra: a la fiesta de la Santa Cruz del 3 de mayo (Annales Complutenses) acudían las aldeas del alfoz de Alcalá, como Santorcaz, Villalbilla, Los Santos de la Humosa, Anchuelo y Los Hueros (nota 4), en una tradición que perduraría hasta el siglo XVII.

 
Planta de las tres ermitas (foto Google Maps)
La hipotética planta románica, más alargada y acabada en ábside, al Norte, correspondería a la ermita de la Vera Cruz. Debajo, de planta rectangular, la probable ermita del Ecce Homo. A su izquierda se aprecia la depresión topográfica en la que quedarían los restos de la ermita del Santo Sepulcro
 

La primera edificación y más antigua, sería la de la ermita de la Vera Cruz. Se observa, sin muros, la planta alargada y rectangular del templo, que se puede catalogar, con casi toda probabilidad, como de tradición románica, con nave y cabecera orientadas al Este, terminada en ábside semicircular del que aún se observa perfectamente el contorno; similar a lo que se puede observar en la iglesia de Valdeolmos. En el suelo, cómo no, a unos dos tercios de la longitud del templo desde los pies orientados a occidente, se puede intuir sin ninguna dificultad el clásico segmento que marcaría la transición entre la nave y la cabecera. Se podría suponer un presbiterio cubierto con bóveda de cañón y un ábside con bóveda de horno o de tres cuartos de esfera. Como en casos cercanos de románico y románico-mudéjar en la comarca de Alcalá, podría haber tenido pinturas románicas en frescos en el interior del ábside (describe Portilla la existencia de una cruz azul pintada en la pared del templo, junto al retablo del altar principal, para recordar a la aparecida en el aire durante aquella batalla de toma de Alcalá la Vieja), aunque se sabe que tenía tres altares: el principal con talla de la Virgen de la Paz y un retablo a las espaldas de la virgen con inscripción de Pedro Gumiel, donado por éste cuando era regidor en 1492; otro altar colateral en el lado de la epístola 'tiene un crucifijo muy devoto'; y otro altar enfrentado, con una pintura de Santa Elena Emperatriz abrazando una cruz, con los Santos Niños a cada lado y a los que la cofradía de esta ermita tenía por patronos (nota 5).

Aunque no se conoce el aspecto que tuvo, se puede imaginar —dada la planta visible de corte románico y que la ermita se levantó en 1184— un románico rural de herencia norteña, con predominio de la abundante y disponible piedra caliza (como los cercanos templos de Pezuela de las Torres, Nuestra Señora de Valmores —aldea extinta de la Tierra de Alcalá—, San Juan en Talamanca o San Pedro en Torremocha del Jarama), labrada para ventanales, canecillos o portada principal con sus arquivoltas. Pero hacia 1184 Alcalá ya pertenecía al arzobispado de Toledo y se dibujaba como un predilecto e importante núcleo de influencia toledana, por lo que no sería extraño imaginar un aspecto exterior a base del típico aparejo mudéjar toledano —cajones de mampostería caliza entre hiladas de ladrillo— que permitiría a este templo clasificarlo dentro de la etapa primitiva del mudéjar, la del siglo XII, más o menos coetánea a la ampliación cristiana del Cristo de la Luz de Toledo.

 
 
Croquis de la planta, de tradición románica, de la probable
ermita de la Vera Cruz

En la bibliografía también encontramos términos en debate, como románico-mudéjar, románico en o de ladrillo o albañilería románica, por la característica utilización del ladrillo en sustitución de la más costosa cantería (nota 6). Por lo tanto, podríamos suponer ventanales de ornato árabe, abiertos en los muros, como los observables en Valdilecha, o en las ruinas de Nuestra Señora de La Humanidad en el despoblado de Valtierra, que antaño fue aldea de la Tierra de Alcalá: arcos de herradura lobulados, túmidos, de medio punto… o sencillos ábsides mudéjares como los de Santorcaz, Nuestra Señora de la Olviva en Patones, Pioz o Pozo de Guadalajara (en los que pueden verse huecos aspillerados). O, por último, cabría esperar un aspecto mudéjar de influencia castellano-leonesa, o simplemente en románico de ladrillo, como los templos de los focos de Tierra de Campos, Benavente, Sahagún, Olmedo, que aún podemos ver en el ábside de Los Milagros de Talamanca, el de San Pedro de Camarma de Esteruelas, Galápagos, el de San Gil de Guadalajara o el Cubillo de Uceda, con varias alturas de filas de arcos ciegos de medio punto decorando el ábside por el exterior. En definitiva, más allá de estas conjeturas, es imposible conocer el aspecto de esta ermita de la Vera Cruz. Pero queda en el suelo el contorno, casi indudable, de un templo religioso de planta de tradición románica, único en la actual Alcalá —aunque existieron esquemas románicos como el de San Juan de Los Caballeros (nota 7), que antecedió a la Capilla del Oidor— merecedor de salvaguardarse de la erosión natural y consolidarse para perpetuar y visibilizar lo más posible este caso excepcional en Alcalá.

El segundo caso es el de la probable ermita del Ecce Homo, unos pocos metros al suroeste de la primera, o al poniente, como describe Portilla. De mis excursiones adolescentes recuerdo muros más altos que protegían del omnipresente viento que azota el páramo del cerro. Esta ermita tenía un cristo de gran devoción al que "nadie se atrevía a fijar en él la mirada", según aprendí también en la mencionada conferencia y según descripción de Portilla. Lo que se aprecia en la actualidad es una pequeña planta rectangular con ausencia de ábside semicircular y los restos del muro septentrional que cada día van a más degradación y continuos derrumbamientos (ver foto). Estos muros están construidos también con el clásico aparejo toledano —o alcalaíno— de piedra caliza en cajones separados por hiladas de ladrillo rojo. Por imaginar, que es gratuito, supongo el típico ejemplo de sencilla ermita que tan frecuente es en nuestra comarca, en la cercana provincia de Guadalajara o en Castilla en general: un cubo con tejado a cuatro aguas y portada precedida de un atrio o porche sostenido por dos pies derechos de madera.

Hipótesis aparte, la realidad es que los muros existentes sucumben al paso del tiempo, de las inclemencias meteorológicas y del vandalismo, como muestran las escrituras grabadas "a navaja campera" o con pintura de aerosol. Se hace, por lo tanto, perentorio detener este proceso de degradación que dará con la extinción de esta pieza de la Historia y Tradición de Alcalá.

El tercer caso, unos metros al oeste de la ermita del Ecce Homo, es la probable ermita del Santo Sepulcro. Tiene la peculiaridad de estar excavada en la piedra viva caliza y el conglomerado de canto rodado en matriz arcillosa, que componen la costra de material lacustre depositado durante el Terciario por todo el altiplano de este cerro y de La Alcarria. El espacio que observamos en la actualidad es pequeño e interiormente está forrado con ladrillo, aunque parece que fue más alargado en dirección norte, a tenor de los volúmenes que se intuyen en el suelo. La cubierta de esta pequeñísima ermita da lugar a un arco apuntado visible desde fuera (ver foto). Lo que antaño albergaba a las efigies de Cristo y María, hoy está cubierto por una película de pintura de tradición vandálica, callejera y marginal. El suelo está sembrado de residuos y basura abandonada por la pequeña parte de excursionistas insensibles que hacen el esfuerzo de llegar a la cabecera del barranco de La Zarza y de "trepar" hasta el páramo del cerro del Ecce Homo.

Por todo ello, este conjunto de antiguas y olvidadas (nota 8) ermitas está en grave riesgo de deterioro y de desaparición. Por ello ha sido considerado incluirlas en la Lista Roja del Patrimonio Complutense (nota 9). Conforman parte de la Historia de nuestra ciudad y recuerdan episodios tan simbólicos como la conquista del castillo árabe de Alcalá la Vieja, de las romerías que tenían lugar hasta el cerro o la fundación de cofradías históricas de Alcalá. Los yacimientos existentes en el Ecce Homo y en el castillo de Alcalá la Vieja son una zona arqueológica declarada Bien de Interés Cultural. No podemos dejar perder estas señas de identidad, que componen la personalidad alcalaína y que hacen que la memoria colectiva siga existiendo, lo que contribuye a que el espíritu de ciudad siga vivo.

La cima del cerro Ecce Homo es de difícil acceso y no hay recursos económicos para los estudios de arqueología medieval y obras de rescate que merece este conjunto arquitectónico; más en estos tiempos de crisis. Pero ni la ciudadanía ni las autoridades podemos perder de vista estos vestigios, ni permitir que caigan en el olvido y en la destrucción.

¿Qué se puede hacer? Desde proyectos de cubrimiento del conjunto, a excavación y consolidación de muros, pasando por una medida tan simple como el vallado perimetral de todo el conjunto o de cada ermita (son unos pocos metros cuadrados) para evitar, al menos, el vandalismo. Quizá unos paneles informativos en la inmediatez de cada templo, protegido por cercas, contribuirían a que los excursionistas conozcan parte de la historia de Alcalá y su Tierra.



Pedro Manuel García Carvajal
GDPC


Notas:
1.PORTILLA Y ESQUIVEL, Miguel de. Historia de la Ciudad de Compluto, vulgarmente, Alcalá de Santiuste, y ahora de Henares. Parte II. capítulo XII. De la Ciudad de Compluto. Parte XIII (página 91). Portilla y Esquivel, 1728
2. SÁNCHEZ MOLTÓ, Vicente. Conferencia Ermitas e Iglesias menores complutenses. En Ciclo de Conferencias "Destrucción y Expolio del patrimonio artístico y cultural complutense". IEECC, 5 de marzo de 2009.
3. SÁNCHEZ MOLTÓ, Vicente La Hermamdad del Santo Entierro y la Semana Santa de Alcalá de Henares. Historia, pasos y procesiones. Capítulo 2. Orígenes del culto: la Ermita del Santo Sepulcro, pág. 23. Alcalá, 1999.
4. SÁNCHEZ MOLTÓ, Vicente. Obra citada, misma página.
5. PORTILLA Y ESQUIVEL, Miguel de. Obra citada, descripción en página 93.
6. LÓPEZ GUZMÁN, Rafael. Arquitectura mudéjar. Del sincretismo medieval a las alternativas hispano-americanas. Ed. Cátedra.
7. ROMÁN PASTOR, Carmen. La Capilla del Oidor, en la antigua Parroquia de Santa María La Mayor de Alcalá de Henares. en "VI Encuentro de Historiadores del Valle del Henares". Alcalá, 1998.
8. GARCÍA GUTIÉRREZ, Francisco Javier. Serie de artículos "Nuestras olvidadas ermitas". 2ª entrega. Semanario Puerta de Madrid. 28 de marzo de 2009.
3. GDPC. Lista Roja del Patrimonio Complutense. 1ª Edición, apartado 2.10, pág. 48.


Probable ermita de la Vera Cruz; vista hacia el ábside


Probable ermita del Santo Sepulcro, soterrada


Muro septentrional de la probable ermita del Ecce Homo, en rápida degradación




 

 


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